
Todos los que salimos en bici de carretera sabemos del riesgo que esta actividad nos supone. O al menos lo intuimos... porque hasta que no lo ves de cerca y te toca no te das cuenta que a todos nos puede pasar, el riesgo deja de ser una probabilidad para convertirse en real.
Pienso en ello, se me revuelve el cuerpo y un escalofrio me recorre. Y es que cuando a uno le toca de cerca es cuando realmente toma consciencia real del peligro al que nos exponemos al montar en bici.
Me cuesta estos dias quitarme estos pensamientos de la cabeza. Paso en el parking por delante de las bicis, las ruedas y todo el “tinglao” y me las miro de otra manera. Las ganas de rodar no se me van, pero eso si, con un poco más de “respeto” si es que cabe.
Eso que me repiten hasta la saciedad cada vez que salgo a entrenar (y que seguro que a vosotros/as también), os lo quiero decir yo hoy: ir con cuidado!
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